Piensan en Dios y cuentan sus oraciones
junto a una trémula luz;
deslizan las perlas sagradas
con celo, hasta que el hilo se rompe.
Allá en lo alto canta una alondra
llena de alegría ante la Faz de Dios;
trina y se eleva hacia el cielo,
y no cuenta sus exclamaciones de júbilo.
San Bernardo dijo: el amor es,
porque es el amor.
Y dichoso aquel que al amar
se olvida de contar y se olvida de si mismo.